
La cirugía plástica como especialización quirúrgica se ocupa de mejorar y/o restaurar la forma y la función del cuerpo humano y comprende múltiples procedimientos para la reconstrucción de defectos corporales y faciales debidos a malformaciones congénitas, accidentes, quemaduras y enfermedades. Es una clara combinación de la ciencia y el arte en pro del mejoramiento de la apariencia física de la persona.
Como clasificación básica se practican dos tipos de cirugías: las estéticas y las reconstructivas.
En cirugía estética la finalidad primordial es aumentar la estabilidad emocional del paciente al mejorar la imagen corporal o percepción personal del aspecto físico tomando como referencia los parámetros del estereotipo de belleza de la época o que rijan para el paciente específico. En otras palabras buscan embellecer al paciente.
En cirugía reconstructiva en cambio, se procura restaurar o mejorar la función y el aspecto físico en las lesiones causadas por accidentes y quemaduras, en enfermedades y tumores de la piel y tejidos de sostén y en anomalías congénitas, principalmente de cara (cráneo, labio, paladar, nariz, orejas), mano y genitales.
Entre los procedimientos más frecuentemente realizados en cirugía plástica se encuentra la rinoplastia (figura 6) en la que se modifica la forma de la nariz mejorando el aspecto físico, corrigiendo problemas congénitos, traumatismos y algunos problemas respiratorios.
Dichos procedimientos comprenden múltiples contraindicaciones relativas y absolutas que deben ser consideradas en el estudio preoperatorio del paciente. La información que se puede obtener en la primera consulta con un especialista es importante para tomar una decisión basada en el conocimiento de los beneficios y los posibles riesgos que pueda conllevar una cirugía. Generalmente, un paciente se decide por una cirugía estética habiéndose creado muchas expectativas acerca de los cambios que puede obtener, por lo cual es necesario equilibrar esas expectativas captando lo que quiere el paciente y lo que se puede llegar a lograr en el quirófano. Para ello, el cirujano plástico recurre normalmente a su experiencia en el trato a pacientes con problemas similares, a material fotográfico y muchas veces a lápiz y papel para describir gráficamente los posibles resultados desde el punto de vista estético.
Es posible pensar en una herramienta informática que acompañada de hardware especializado de digitalización permita generar representaciones tridimensionales realistas de las áreas afectadas, ofreciendo al cirujano plástico un ambiente interactivo de análisis para orientar al paciente sobre las posibilidades de cambio desde el punto de vista estético. En el caso de la rinoplástia, por ejemplo, se puede pensar en una representación tridimensional flexible, adaptable y deformable del rostro del paciente (figura 4b), permitiendo rotar el modelo y observar los cambios desde múltiples orientaciones.